Gabriel García Márquez
Ya nadie se acuerda de
Dios en Navidad. Hay tantos estruendos de cometas y fuegos de
artificio, tantas guirnaldas de focos de colores, tantos pavos
inocentes degollados y tantas angustias de dinero para quedar bien
por encima de nuestros recursos reales que uno se pregunta si a
alguien le queda un instante para darse cuenta de que semejante
despelote es para celebrar el cumpleaños de un niño que nació hace
2.000 años en una caballeriza de miseria, a poca distancia de donde
había nacido, unos mil años antes, el rey David. 954 millones de
cristianos creen que ese niño era Dios encarnado, pero muchos lo
celebran como si en realidad no lo creyeran.