lunes, 28 de enero de 2013

Soñando en voz alta

De Eduardo Galeano
Yo me la imagino de colores. ¿Por qué no? De colores era, hasta que hace un siglo se agrisó. Y se agrisó por bobería, porque nuestros civilizados doctores pretendieron copiar a Londres y a París. ¿Por qué no recuperar, ahora, los perdidos colores? ¿Por qué no inventar una nueva ciudad de colores? ¿Por qué no formar Brigadas de Colores, que ayuden a los vecinos a cambiar las caras de sus casas, para que las casas canten? Lo hicieron los muchachos de Bellas Artes, hace unos cuantos años, en el Barrio Sur. Los vecinos pintaron, los estudiantes ayudaron. Y en unas pocas cuadras, el Barrio Sur se transformó. Fue una experiencia minúscula y fugaz, pero lindísima. ¿Por qué no hacerlo, ahora, ¿Cuántos jóvenes se prenderían en la aventura? Quizá ésta sea una necesidad cultural tan urgente como el rescate de los museos y las bibliotecas. 
Y en tren de soñar en voz alta, que mal no le viene a nadie, ¿por qué no se organizan Brigadas Verdes, que replanten los muchos árboles que los militares arrancaron en su lucha contra las subversivas tendencias de la naturaleza? ¿Y que planten nuevos árboles donde nunca los hubo? Y esas Brigadas Verdes, ¿no podrían también ayudar a quemar la basura que tapa la ciudad, y a instalar recipientes en cada esquina? ¿No podrían desarrollar, desde la gente, una nueva conciencia social de la limpieza? ¿No resultó perfectamente inútil, y además carísima, la campaña de propaganda que el Municipio hizo en ese sentido, hablando desde arriba, como un papá que da consejos? 

Yo me imagino a Montevideo llena de bicicletas. ¿Por qué no ponen los carriles de una buena vez? Carriles en la rambla, en las avenidas, en las calles anchas. La bicicleta se usa poco, por el peligro de que te rompan el cráneo. Montevideo podría ser, debería ser, la primera ciudad latinoamericana capaz de reaccionar contra la religión norteamericana del automóvil. ¿Por qué no? ¿Por colonialismo mental? La bicicleta es el medio de transporte más barato, sin contar las piernas, y no envenena el aire, ni contamina el silencio, ni tapona las calles. Si hubiera carriles, el país ahorraría petróleo y mucha gente ahorraría pasajes y se liberaría del tormento de los ómnibus repletos. 

Hervi y Pnuma/Orpalc
Y otras cosas me imagino. Cosas que se están haciendo, y.cosas que no. Centros de salud en los barrios, en base al trabajo voluntario. Y centros deportivos, en el compito que sea, porque jugar es mejor que mirar jugar. Y centros de cultura, que distribuyan productos de cultura, sí, pero que sobre todo distribuyan elementales medios de producción de cultura, o sea: recursos para hacer posible la alegría de crear. Conciertos en las plazas y en las canchas, teatro en las calles, sí; y también talleres de cerámica y poesía, escuelitas de teatro y música.

 Los sueños y las pesadillas están hechos de los mismos materiales, pero esta pesadilla dice ser nuestro único sueño permitido: un modelo de desarrollo que desprecia la vida y adora las cosas.