viernes, 23 de noviembre de 2007

LA CIUDAD ES PARA VIVIRLA

La ciudad pensada detrás del volante y construida fundamentalmente para el automóvil es algo muy común en la actualidad, hace unas semanas leía la declaración de un Senador de la Republica, el cual que preveía problemas de congestión vial para Viña del Mar y demandaba nuevas vías para enfrentar tal escenario. Eso me recordaba cuando se esgrimía similares argumentos para que se ejecutara las obras de la cuarta etapa, ahora que se construyo la Cuarta Etapa, la congestión vehicular sigue más viva que nunca.
Lo que sucede es que mientras más caminos construyas más vehículos tienes, reaccionar con infraestructura vial a los problemas de congestión, no es la solución a los problemas de movilidad de las ciudades, la ciudad de Viña del Mar poseía una imagen de ciudad tranquila donde los conductores sabían compartir los espacios públicos, hoy en día en numerosos lugares de la ciudad esa imagen es solo un recuerdo, y si se continúa reaccionando con mayores facilidades para los automóviles, estaremos traspasando los limites de la sustentabilidad.


La calidad de los espacios públicos, refleja el nivel de democracia de la comunidad que la habita, en una ciudad democrática ciudadanos de todos los niveles económicos y condición física se encuentran por igual, cuando una ciudad deteriora los espacios públicos los más afectados son los de movilidad reducida, los pobres, los niños y los ancianos, los demás pueden abandonar la ciudad para ir a la playa o al campo, o bien refugiarse en algún club o lugar que le brinde lo que le niega el espacio público, los de movilidad reducida deberán sufrir las consecuencias.


En términos generales los procesos de deterioro de los espacios públicos son altamente complejos de revertir, la perdida de la cohesión social, el temor y la fragmentación social conllevan a una agarofobia urbana que se retroalimenta por soluciones urbanas de mercado como los Malls, y condominios habitacionales, lo que evidentemente trae como consecuencia una perdida en el nivel de competitividad de la ciudad, lo que se traduce en pobreza. Especialistas en materia urbanas como el noruego Jan Gehl indican que una ciudad es atractiva cuando sus espacios públicos lo son, una buena ciudad es como una buena fiesta, nadie quiere irse, pues lo están pasando bien y lo disfrutan.


Nuestras ciudades deben ser como una buena fiesta, que nos invite a quedarnos y a disfrutar de ella. Ante ese desafío debemos cuidar nuestros espacios públicos, no debemos ensuciarlos, no deben ser considerados como espacios remanentes de una urbanización, los gobiernos locales deben considerarlos como un elemento estratégico para el desarrollo urbano y finalmente su desarrollo debe localizarse en toda el área contenida en sus límites y no solamente en la zona centro.

Edgardo Fagerström