jueves, 3 de enero de 2008

CHILE Y LA SUPERVIVENCIA DE SUS CETÁCEOS

El pasado viernes 16 de Noviembre la flota ballenera japonesa zarpó desde el puerto de Shimonoseki, para una nueva temporada de caza de ballenas. Esto no es novedad alguna, pues por 18 años Japón ha mantenido esta “cacería con fines científicos”.



No quisiera ahondar más allá en este tema y sólo destacar que la diferencia de esta temporada con las que le precedieron es la incorporación de la ballena jorobada Megaptera novaeangliae, la especie más acrobática de los grandes cetáceos con barbas o misticetos y, por consiguiente, una de las especies más carismáticas y atractivas para actividades de observación de cetáceos.


Si bien, que Japón volviera una vez más al océano austral no fue lo que llamó mi atención, si lo hizo la rápida reacción del sector político chileno para repudiar el hecho. A pocos días del zarpe de la flota nipona, un grupo de 23 senadores de todas las bancadas solicitaron a la Mandataria que enviara una nota de protesta contra el programa japonés de caza científica de ballenas. Esta medida me llevó a pensar en lo rápido que puede reaccionar el sector político para reprender un acto que no afecta intereses económicos internos y lo nulo que puede llegar ha ser su accionar cuando si los hay.


El uso del territorio marino costero por empresas salmoneras tiene hace ya unos años inundado el paisaje sureño. En muchas ocasiones estos centros se instalan en el mismo espacio marino que es hábitat de un pequeño cetáceo, el delfín chileno Cephalorhynchus eutropia. Un hermoso animal, muy tímido y bastante desconocido, que sólo se encuentra en nuestras costas, en ninguna otra parte del mundo.


La ocupación del hábitat, la contaminación marina proveniente de las mismas salmoneras y las plantas procesadoras de pescado, además del tráfico marítimo, pueden ser parte de los factores que están afectando la supervivencia de una población de delfines chilenos que habita al sur de la isla de Chiloé, la cual podría desaparecer si se mantienen las condiciones actuales. En total desentendimiento de esta situación, la instalación de nuevos centros salmoneros y de una infinidad de cultivos de choritos Mytilus chilensis no cesan y la zona esta francamente saturada. No existe ningún reparo por parte de las autoridades en evaluar el impacto que la instalación indiscriminada de balsas jaulas y cultivos suspendidos en el mar esta produciendo sobre esta población. Y esta omisión ¿no es una forma de exterminar a este delfín?, de alguna forma se esta haciendo lo mismo que los japoneses a los que con tanta vehemencia se critica. Sin duda que la forma en que las dos situaciones se llevan a cabo es muy distinta, pero el resultado es el mismo: la desaparición de cetáceos.


Por otra parte, las ballenas no ocupan el mismo hábitat que las salmoneras y por lo mismo no existen conflictos de intereses al protegerlas. De manera que sería muy interesante ver la misma energía que invierten los senadores de nuestra nación en defender a las ballenas, en defender a nuestro pequeño delfín, el único que es realmente chileno.
Elizabeth Soto Muñoz – Licenciada en Biología Marina