Desde
un tiempo hasta ahora Chile representa el escenario perfecto para grandes
proyectos de inversión que han contribuido a la obtención de datos
macroeconómicos favorables para el país, pero en los últimos meses hemos
escuchado a la sociedad chilena en una sola voz, criticando el actual sistema
educacional, exigiendo cambios al respecto, oponiéndose a grandes proyectos
hidroeléctricos y mineros, solicitando transparencia respecto de la discusión
del tema de los transgénicos y repudiando los conflictos de interés que en el
actual gobierno han sido una constante, ministro tras ministro he incluso
afectando al mismísimo presidente y paralelamente a todo aquello desde que el
conquistador piso América, el conflicto mapuche.
Nos
cuesta aceptar el fracaso, que no cumplimos el plazo, que ya no es visible en
el horizonte la meta, que no escuchamos las advertencias y peligros que
significaba el ego y la ambición. Sabemos que queremos equidad y justicia,
sabemos que no podemos seguir rindiendo pleitesía a un sistema que profundiza las diferencias, sabemos que ya no
podemos seguir siendo parte de la
hipocresía que abunda en los medios e
inunda nuestros hogares, oficinas e industrias, pero estos insisten en mostrar
reportajes de chicha chilena, bicis con carrito, ventas de automóviles,
concursos de guitarras de aire en Finlandia y la elección de la empanada más
sabrosa.
Señores
de los medios de comunicación masivos, también sabemos que el secreto está en
la cocción de la cebolla.
Es
momento de honestidad, de entender los cambios y su contexto y no solo ver el
noticiero infame, entender que una minoría no representa los intereses la
sociedad y que la desidia y el individualismo son una gran parte del problema.
Franco Contreras