sábado, 4 de diciembre de 2010

Curacaví.- Pueblo chico embalse GRANDE

El proyecto de construcción de un embalse en Curacaví, deja entrever los clásicos conflictos presentes en las zonas agrícolas y la vida en el campo chileno, el beneficio de unos pocos a costa del sacrificio de la mayoría de los habitantes, y en directo perjuicio de la flora y de la fauna, soterrado por la corrupción y el poderío económico que se empeña en relucir una democracia que es más bien aristocracia.


Por Javiera Morán y David Ortiz


A nuestros abuelos siempre les escuchamos eso de “pueblo chico infierno grande” pero nunca lo entendimos, hasta ahora, que llegamos a Curacaví. Este pueblo famoso por su chicha se encuentra a 60 kilómetros de Santiago, a orillas de la ruta 68 que une a la Capital con Valparaíso. El número de habitantes bordea los 24 mil, según el censo del año 2002, de los cuales el 36% vive en el sector rural, es decir que más de un tercio de la población se relaciona directamente con el mundo agrícola.

                En los últimos años, y a causa de la expansión de la gigantesca conurbación del Gran Santiago, Curacaví es uno de los pocos sectores que conserva su uso de suelo, dedicándolo a la agricultura, pese a la proliferación de numerosas parcelas de agrado, como lo señala el ex encargado de la oficina de turismo de la comuna, Gerardo Romero.
            Entonces surge una pregunta: ¿Cómo es que teniendo este potencial agrícola Curacaví sigue sufriendo fuga de cerebros a Santiago? ¿Será que existen personas o grupos de interés que no quieren contribuir al desarrollo de la comuna? En definitiva ¿será que la clase dirigente y los terratenientes poderosos de Curacaví, han antepuesto sus intereses personales al desarrollo y bienestar de la comuna completa?
                La tradicional agricultura que se desarrolla en Curacaví, se conserva en el tiempo gracias al flujo constante del Río Puangue,  que es de exclusiva alimentación pluvial, es decir su caudal depende del agua lluvia de cada año. Por lo mismo, el regadío depende exclusivamente de las aguas del rìo, por lo que si no llueve se ve afectada directamente la producción agrícola.
                Curacaví es el clásico “pueblito" de la zona central de Chile, donde encontramos aún hoy las tradicionales figuras del curagüilla, el huacho, el lacho, los cuatreros y sus archi enemigos, los arrieros. Las rancheras y las cuecas se bailan en la misma proporción, y no es raro ver competencias de estos bailes durante la Fiesta de la Chicha, que se realiza en Abril, esa chicha famosa por la cueca. Y por si fuera poco, tan tradicional como Curacaví  no pueden faltar los grandes propietarios de tierras, sin los cuales no habría pueblo, dicen. En Curacaví tenemos estas figuras representadas en Emilio Madrid y Guillermo Barros. 
Los derechos comprados0
                 En 1995 Guillermo Ramírez junto a Emilio Madrid, los dos principales latifundistas del valle del Puangue, emprenden una audaz aventura que los llevará a formar la Junta de Vigilancia del Río Puangue ese mismo año, que vela por los derechos de agua de la primera sección del Río Puangue. Esta sección va desde Quilpué (V Región) hasta el cruce del Río con la ruta 68 (Región Metropolitana).
                Esta osada aventura los lleva en el año 2000 a constituir  en el Juzgado de Letras de Casa Blanca, La Junta de Vigilancia del Río Puangue, convirtiéndose don Emilio Madrid en presidente y Guillermo Ramírez en secretario.
                Don Emilio Madrid, pertenece a una tradicional familia curacavina, de la que también es parte su tío, el Alcalde de Curacaví, don Guillermo Barros, ambos militan en la Unión Demócrata Independiente. Madrid junto a su familia son propietarios de una gran porción de tierras que se les entregó en el año 1874 gracias a la asignación de una Merced de Tierras por parte del entonces gobierno de Melipilla. Don Emilio es actualmente concejal por la Unión Demócrata Independiente en Curacaví.
                Guillermo Ramírez aparece en Curacaví en la primera mitad de la década de los 90’ dejando atrás una historia de éxito económico en las multitiendas Din, para dedicarse exclusivamente a dirigir el laborioso trabajo agrícola de sus empleados, en el fundo más grande en las laderas del Río Puangue….
                En su conjunto, Madrid y Ramírez  poseen los dos fundos más grandes del valle y son dueños del 80% de los derechos de agua del Río Puangue, mientras todos los pequeños propietarios suman sólo un 20% del total asignado al uso de este vital elemento.
 El sueño del embalse propio
                 Desde el año 1920, se viene barajando un ambicioso proyecto: la construcción de un embalse en la parte alta del río Puangue, para acumular aguas lluvias y ayudar a abastecer el déficit de agua potable de Valparaíso. Sin embargo, en 1929, con la gran depresión mundial, no había en Chile capitales suficientes para llevar adelante el proyecto.
                 En 1930, Ibañez del Campo vuelve a desechar la idea priorizando tranques en Casa Blanca. Así el proyecto quedó dormido hasta que en 1995 ESVAL termina por desechar la idea de abastecer Valparaíso con aguas provenientes del tranque.          
                Es en este año es que Madrid y Ramírez se conocen y comparten un gran sueño: inundar toda la parte alta del valle, para crear un embalse en el Río Puangue. Según Madrid, comenzaron de inmediato a golpear puertas, y uno que no vaciló en atenderles fue  el radical Jaime Campos, ministro de agricultura del gobierno de Ricardo Lagos,  y hay que sumar al Seremi metropolitano de agricultura de la época, Arturo Sáez.
                En palabras de Madrid,  “cada estudio que se hacía daba mejores cifras de rentabilidad social y económica y menores costos del Proyecto por la cercanía de la Roca Madre y los buenos resultados de los estudios de Mecánica de Suelos y Geología.” Sin embargo, el ex presidente de la junta de vecinos de Alhué, Hugo Valle, asegura que  “ya se están secando los pozos, los pozos tipo norias, y si ya estuviera hecho el embalse, con ese poquito de agua, hasta la vegetación se habría secado acá abajo”, por lo que no le da validez a los estudios mencionados por el concejal Emilio Madrid.
 Hombre al agua
            Esta inundación contempla la reserva ecológica de Cerro Viejo, la cual vela por el cuidado de uno de uno de los últimos bosques escleróficos que se conservan intactos en el mundo. Peumo, boldo y litre todas especies de hoja dura,  se pueden encontrar en abundancia en el sector que se inundaría. La reserva es propiedad de Luis Valladares, biólogo que  ha estudiado la flora y fauna del sector, y que mantiene un registro acucioso de la biodiversidad del sector.
            La fundación Natural Concervece, es una ONG internacional dedicada a mantener la biodiversidad de los bosques escleróficos a nivel mundial, esta organización se ha mostrado sorprendida de la despreocupación por parte del estado chileno, que no declara legalmente reserva natural al valle del Puangue.
            Sin embargo, éste no es el único antecedente de las buenas intenciones en negocios “comunitarios” que han patrocinando las autoridades de Curacaví, así al menos dice Gerardo Romero al hablar de la extracción de áridos del lecho del estero en los años noventa: "ocuparon material del estero Puangue para construir la ruta 68", lo que afectó enormemente la comuna, por cuanto se acabó con toda la biodiversidad de la parte baja del río.
            Cerca de la reserva de Cerro Viejo, se pueden encontrar personas que viven de la naturaleza, como la señora Angélica Rodríguez y su pareja, quienes viven  en la rivera del río desde más de ocho años. Abasteciéndose de agua que surge de una vertiente, y con minicultivos de frutas y verduras más la caza de liebres, logran entregar a sus dos  pequeñas hijas un ambiente de respeto a la naturaleza, alejados del ajetreo de la capital, de donde huyeron hace algunos años, dejando atrás la vorágine de la Gran Capital, las deudas y disfrutar la tranquilidad de la vida en el valle.
            Hugo Valle recuerda su relación con el río en la infancia, tras 50 años de vivir en Curacaví, las pozas donde se bañaba junto a sus hermanos y donde cazaba pejerreyes, se han ido para siempre. “las pozas acá eran tan profundas que llegaban a verse azules, y de esas ya no queda ninguna acá, y así mismo se nos han ido secando todas las fuentes de agua”.
El Sonido del viento y los pajaritos
            Cuando nos encontrábamos reporteando al interior del valle, en las alturas del Estero Puangue, no había otro sonido que el del viento, el agua escurriendo lentamente y los pajaritos que cantaban y aleteaban en la copa de los árboles, sonido similar se escucha en el pueblo cuando se pregunta por el proyecto del embalse, la desinformación es la voz más fuerte en la población con respecto al tema.
            Sólo unos pocos se han aventurado en informar a la población de este proyecto, uno de ellos es el pasquín “Letra Libre”, quienes hacen un esfuerzo por romper con la opinión oficial difundida en el principal medio de Curacaví, “El Mauco”, propiedad del alcalde Guillermo Barros. Sin embargo pese a sus esfuerzos “Letra Libre” termina transformándose en “letra muerta”, pues no logra calar ondo en la mollera de los pobladores, dado su escaso tiraje y su discurso sobre ideologizado, lleno de energía, pero con poco trabajo de investigación.
            La escasez de medios redunda directamente en el desinterés por parte de los vecinos de Alhué en participar de las reuniones que llevan a cabo con el Seremi de Obras Públicas, la intendencia, los señores Madrid y Ramirez. Tal como lo destaca Hugo Valle, su principal problema es la desinformación de los afectados, que en resumidas cuentas es Curacaví completo.
            La señora Angélica Rodriguez, basa su opinión en comentarios de vecinos del pueblo y de trabajadores que circulan por el sector haciendo los estudios de factibilidad del proyecto y aclara que “hasta ahora nadie de la municipalidad se ha acercado a contarnos nada”. En tanto que el alcalde Barros, asegura que todo el accionar de la municipalidad apunta a favor de la comunidad de Curacaví, sin embargo los canales de comunicación de la municipalidad apuntan al MOP y La Junta de Vigilancia, excluyendo al grueso de la población.