viernes, 26 de noviembre de 2010

Palmar de Cabritería, o Perder el último bosque urbano de Valparaíso

La quebrada Cabritería, que se extiende desde la Variante Agua Santa (Ruta 68) hasta la calle Yolanda, entre los Cerros Rodelillo y  Los Placeres, se trata de una interesante y desconocida área verde inmersa en plena ciudad de Valparaíso, deteriorada por presiones antrópicas, y concretamente amenazada por intereses inmobiliarios. 

Un rasgo de interés lo entrega la presencia de bosque esclerófilo costero, formación vegetacional que representa solo el 1,1% del total de superficie protegida del país, calificada como área crítica para la conservación de la biodiversidad, dado su valor biológico en peligro crítico de conservación, que al 2002 ya ha perdido el 70% de su superficie original.


Esta formación se mezcla peligrosamente con especies introducidas, además de enfrentar la presión generada por viviendas, tanto de toma de terreno como sociales. Sin embargo, la quebrada aún cuenta con una vertiente de agua natural apta para el riego,  fuente de vida para bosques de peumo, boldo, quillay, y litre; bosque y matorral húmedo, además de formaciones arbustivas xerófilas y de coligues. Más, la belleza singular de este lugar tiene forma de palmar, la formación predominante con 300 ejemplares que aun resisten la deforestación.

La palma chilena o jubaea chilensis es una de las dos especies de palmas originarias de nuestro país y una de las más australes del mundo. Se trata de una especie muy longeva, de lento crecimiento en condiciones naturales, pudiendo alcanzar una altura de 30 mts y un diámetro base de 1,2 metros. Crece de preferencia en laderas de exposición norte y en las quebradas de suelos graníticos, como en la quebrada Cabritería.

Antiguamente se podía encontrar en casi todos los valles costeros desde el Limarí hasta el Maule. Hoy se encuentra en estado de vulnerable.  Los incendios, la deforestación, la depredación de sus frutos, y la degradación de los suelos han hecho casi desaparecer uno de los rasgos en otrora más característicos de la costa central chilena. 

Actualmente nos quedan aproximadamente 114.200 jubaea chilensis, las que no representan más de 5% del bosque existente hace 100 años. De este numero, un 66,4 % crece en la Región de Valparaíso. 

Al respecto, Cabritería integra un sistema de quebradas que alberga el tercer palmar más grande del país, solo superado por los palmares de Ocoa en la región de Valparaíso y Cocalán de la región de Ohiggins. Este sistema se extiende alrededor del límite urbano de Viña y Valparaíso, desde la subida Santos Ossa y Cabritería hasta las quebradas de Agua Santa, Forestal Alto, Siete Hermanas y el Salto.  

Pero la palma no es la única especie endémica de la quebrada en estado crítico de conservación. Además podemos encontrar el Tahay o Calydorea xyphioides,  catalogada como “En Peligro”; la alstromeria hookeri o Lirio del Campo en estado de vulnerable; y la citronella mucronata o Naranjillo, y la Myrceugenia rufa o Hitigu, catalogada como rara.

Pese a que Cabritería integra un pulmón verde dentro y fuera del límite urbano de alto valor biológico, se encuentra muy vulnerable por su nula protección y contante presión de la ciudad. La quebrada no integra el sistema de áreas silvestres protegidas ni tiene ningún reconocimiento legal de naturaleza similar, sino que pertenece en su mayor extensión a SERVIU, servicio público encargado en el desarrollo habitacional, lo que explica la constante presión antrópica que ha recibido.   

La amenaza inminente la representa hoy un mega proyecto de vivienda social de la Municipalidad de Valparaíso y ejecutado por la constructora Ingal, del empresario Juan Pablo Alessandri, todo para cumplir la promesa de la ex presidenta Bachelet de dotar a Valparaíso de 3.000 nuevas viviendas, promesa que de cumplirse tal como ha sido hasta ahora, lejos de ser una solución, representa mayores problemas sociales y ambientales, al multiplicar la población en zonas periféricas de escaso equipamiento, contribuyendo a la segregación social. 

Hace un tiempo una parte de esta promesa se concretó: el conjunto de vivienda “Monseñor María Escribá de Balaguer”, más conocida como la población “Juan Pablo II”, conjunto de viviendas fue autorizado y construido sin cursar ningún permiso ambiental, mediando incluso sanción. Estas viviendas ya fueron entregadas hace un año atrás a más de 400 familias.

Pero eso no es todo. El proyecto contempla 7 lotes más, de los cuales 3 se construirían en la segunda etapa: 445 viviendas adicionales a la quebrada, lo que requiere una cirugía mayor, movilizando tierras para rellenar y nivelar el suelo. Estos trabajos implican la intervención de 24 palmas chilenas y un naranjillo en el sector, especies endémicas en estado de vulnerable y rara respectivamente. Con todo, esta intervención ya fue autorizada por CONAF, sin pasar por evaluación ambiental.

Según la normativa vigente, los conjuntos habitaciones de vivienda social con una cantidad igual o superior a 160 viviendas solo podrán ejecutarse o modificarse previa evaluación de su impacto ambiental, ingresando una declaración o estudio dependiendo del carácter de este impacto. Sin embargo, en este caso no hubo ingreso al sistema. ¿por qué?, La clave se encuentra en el titular ¿Quien sería ese en este caso? ¿la empresa, la municipalidad, o los comités de vivienda?

Según lo que asegura la empresa, ellos simplemente ejecutan proyectos cuyo titular es el comité de vivienda. Estos comités no integran más de 150 viviendas, y por tanto, quedan fuera del ámbito de aplicación de la ley 19.300 y el reglamento del SEIA. Sin embargo, la resolución de CONAF autoriza la intervención de 24 palmas chilenas y un naranjillo a la municipalidad de Valparaíso, titular del proyecto “construcción de viviendas sociales del programa fondo solidario del SERVIU Región de Valparaíso, interconexión vial Placeres-Rodelillo”, y por tanto, siendo este el titular, ya se trataría de 445 viviendas sociales, y este es el proyecto que debiera ingresar al sistema, lo que no ha hecho, incurriendo la Municipalidad y CONAF en una ilegalidad, dado que quien debiera autorizar la intervención debiera ser la COREMA de la Región de Valparaíso,  y aprobar los planes de mitigación, compensación y/o reparación, organismo que no ha intervenido en el presente caso.

Es cierto que la vivienda es una necesidad básica de nuestra población, sobre todo en nuestra región. Sin embargo, no es necesario que se realice a costa del sacrificio de nuestro patrimonio natural.

Una vez más, no sopesar responsablemente los intereses de manera equilibrada, nos entrega un triste espectáculo: surcos desérticos cruzan lo que fue un suelo lleno de vida, el que solo existe en la memoria de los pocos que conocimos la quebrada, los que detentamos hoy el triste honor de ser testigos de la pérdida del último bosque urbano de Valparaíso.

Para Airepuro; Daniela Álvarez
Centro de Ecología y Desarrollo Humano

Fotos: Archivo (las verdes), Cristián Palma (las cafés)

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