"...la sangre del
pueblo tiene rico perfume, huele a jazmines, violetas, geranios y
margaritas, a pólvora y dinamita, carajo! a pólvora y dinamita,
carajo! a pólvora y dinamita..."
Cantando Flor de Retama,
así como otros huaynos y carnavales cajamarquinos de lucha,
abrigamos la noche del 17 de junio, allá en las alturas, alrededor
de la Laguna El Perol. A punta de cañazo y coca fuimos resistiendo
el frio, la lluvia y la helada de la puna a más 4000msnm. La emoción
y la conciencia de estar apostando por una lucha justa y necesaria
vencían al hambre y el cansancio físico producto de las largas
horas de viaje desde Celendín.
A tempranas horas de la
mañana nos encontramos con miles de campesinos y campesinas que
llegaron en camiones y camionetas, en moto, a caballo y a pie desde
las provincias de Celendín, Hualgayoq y Cajamarca, todas ellas
afectadas por el proyecto minero Conga. Era un río de ponchos y
sombreros que se reunía en la tranquera que controla la policía
nacional a pocos metros de la Laguna Azul. Siguiendo la lógica "el
mundo al revés" nos encontrábamos delante de una carretera
pública en la cual el Estado invierte día y noche en servicios
policiales para que bloqueen el paso de transporte a todo el mundo
menos a la empresa privada Yanacocha. Muchos encuentros en las
lagunas terminan con brutal represión. Sin embargo esta vez, por
alguna razón estratégica no habían recibido la orden de reprimir
hasta matar, así que emprendimos nuestro rumbo tranquilxs, pasamos
por sus espaldas y continuamos caminando por lo menos dos horas hasta
llegar a la Laguna El Perol, la cual quieren transvasar para
convertirla en uno de los tajos abiertos del proyecto megaminero
Conga.
Una vez ahí entendimos
que esos paisajes le dan sentido a la lucha, y nos preguntábamos
cómo desde Lima se puede tildar a las comunidades cajamarquinas de
"opositoras al desarrollo del Perú" sin ni siquiera
conocer o entender lo que significan las lagunas altoandinas para la
región y para todo el país. Todo el verde que veíamos podría
convertirse en desierto, todos los espejos de agua en tajos abiertos
y depósitos de desmontes. Nos acercamos para observar y ser testigos
de los avances de la construcción del supuesto reservorio (un dique,
en realidad) que sustituiría absurda y contraproducentemente a la
Laguna El Perol. El corazón se encongía. Caminábamos codo a codo
con gente que vive del agua, no del oro ni del cianuro. Con gente que
piensa en las próximas generaciones, no en su propio bolsillo ¿cómo
se les puede tildar de egoístas si lo que defienden es un bien
común?
Nuestra siguiente parada
fue la cima del cerro El Indio donde nuestrxs compañerxs se
reunieron para reafirmar su espíritu y estrategias de lucha
determinados a defender con la vida misma las lagunas y el futuro,
apostados ahí el tiempo que se haga necesario. Cayendo la noche una
alfombra de ronderos cubría el pasto, dándose calor humano,
tratando de conciliar algunas horas de sueño, hasta que escuchamos
"Compañeros, de pie!" "bum", todos se
incorporaron de un salto. ¿Qué fue eso? ¿un cohete? ¿un disparo?
La amenaza de ser atacados en la madrugada estaba latente.
"Compañeros, hay que rondar". Pudimos ver su capacidad de
organizarse inmediatamente. Estábamos protegidxs. En ese momento nos
venían a la mente las voces de varixs compañerxs los días
anteriores "¿Regresaremos? Preferimos morir de un balazo que
envenenados", testimonios de una guerra, donde uno de los lados
va armado de balas y el otro de justicia.
Muchos pronosticos
apuntan a que a medida que se acerquen las elecciones el movimiento
cajamarquino se dividirá y diluirá. De hecho muchos medios locales
y nacionales y la propia empresa Yanacocha están trabajando para
ello. Sin embargo, lo que nosotras hemos visto es un movimiento mucho
más fortalecido que los meses pasados. En la asamblea que tuvo lugar
donde hoy se levanta el nuevo campamento de lxs Guardianes de las
Lagunas, estaban presentes los dirigentes de Celendín y Bambamarca,
también Idelso Hernández (cajamarquino y presidente actual de la
Central Nacional de Rondas Campesinas) y Gregorio Santos junto con
otros representantes del gobierno regional. Todos con un mensaje
claro: seguir con la lucha en defensa de las lagunas.
En Cajamarca, la noche
del 18 de junio se celebraba una vigilia en apoyo a lxs Guardianes de
El Perol, y al día siguiente en la Iglesia San Francisco se llenaban
sacos de víveres y ropa que traían solidariamente sin cesar
pobladorxs urbanxs de toda índole. La vida sigue su curso en
Cajamarca, la lucha de resistencia también, la organización crece y
se fortalece en el campo y en la ciudad, aunque no salga en la tele.
Al despedirnos a nuestro
regreso, los compañeros y compañeras con quienes nos encontramos en
el camino tuvieron las fuerzas de darnos aliento, porque saben que en
Lima la tarea es dura, y hace falta seguir haciendo de esta su lucha,
también nuestra.