En 1992, la
Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, conocida
como la cumbre de Río de Janeiro, instauró el 22 de Marzo de cada
año, como el Día Mundial del Agua, para destacar el papel
fundamental que este recurso tiene para el desarrollo humano y la
conservación de la vida y los ecosistemas.
Diversas estimaciones sostienen que
1.000 millones de personas alrededor del mundo no tienen acceso al
agua potable, 1,5 millones de niños mueren cada año a causa de
enfermedades provocadas por aguas no potables y contaminadas.
El 70% de la superficie del planeta
esta cubierta por agua, y de esta, el 97% es agua salada, sólo un 3%
es agua dulce, estando el 2% confinada en glaciares y polos, y sólo
un 1% se encuentra disponible para consumo humano y actividades
productivas.
Los recursos naturales son aquellos
elementos proporcionados por la Naturaleza, sin intervención del
hombre, y son aprovechados por el hombre para satisfacer sus
necesidades. El agua es un recurso natural, que utilizado de forma
racional y eficiente puede ser considerado un recurso renovable, es
decir, un recurso que se puede restaurar por procesos naturales a una
velocidad superior a la del consumo por los seres humanos.
La tierra y las diversas formas de
vida que en ella existen, humanos incluidos, enfrenta una grave y en
algunos casos, irreversible crisis de agua.
El agua en las condiciones actuales,
NO es un recurso renovable, la demanda mundial de agua
excede la disponibilidad real del recurso, situación que empeora con
el paso de los días, y se agudiza con el paso de los años.
En Chile, la problemática por el agua
se expresa a partir del régimen de propiedad que existe sobre este
recurso natural, y me refiero al carácter privado de las mismas, a
la priorización que tiene el uso de agua con fines “productivos”,
en detrimento de la satisfacción de agua de bebida, para servicios
higiénicos básicos o para la producción de alimentos para la
población.
Los conflictos estructurales por el
agua se expresan a lo largo y ancho de todo Chile, actividades
mineras, agroexportadoras o de generación de hidroelectricidad, son
definitivamente más importantes que el “decoro” de las personas.
La dispersión institucional, su falta
de competencias y facultades, su compromiso con el modelo
privatizador de los recursos naturales, en muchos casos, “la vista
gorda” ante la flagrancia con que los poderosos usurpan agua, han
agudizado y radicalizado la lucha por el agua.
Desde la región de Arica Parinacota,
hasta la región de Aysén, los conflictos por el agua han sido
visibilizados, los intentos por continuar encubriendo los conflictos
por el agua han sido derrotados, en el Congreso se han desarrollado
sesiones especiales para debatir acerca del estado de los recursos
hídricos, creado comisiones de sequía, comisiones investigadoras
para el delito de usurpación de aguas y sobre las irregularidades en
la aprobación ambiental de proyectos que lucran a partir del uso
irracional de las aguas.
Lo he sostenido en artículos
anteriores, la lucha por el agua es la lucha por la vida, sin
embargo, y a pesar de todos los esfuerzos colectivos e individuales
en pos de recuperar el agua para todos y todas, en Chile el agua es
objeto de lucro, y como tal, se encuentra al servicio de la
generación de “utilidades”.
En Chile el código de aguas que rige
el “negocio”, data desde 1981, 32 años de especulación, lucro y
usurpación, con un bien que debería ser de uso y dominio público.
Nada justifica mantener el orden de
cosas actual en materia de aguas, más aún cuando la falta de agua
compromete la vida de los más sencillos, nada justifica la inacción
de millones que observan como una minoría por encima de Dios y la
Ley, se roba el agua para continuar lucrando, nada justifica las
explicaciones de siempre, “no tenemos los votos”, “nada más
podemos hacer”, “hay que cautelar las inversiones”, “como es
posible”, en fin, como dice el argot popular, las explicaciones
agravan la falta, con rigor, la situación de las aguas en Chile es
una vergüenza, una vergüenza ver como hombres y mujeres a lo largo
de todo el territorio, son reducidos a conductas francamente
inhumanas, como por ejemplo, defecar en bolsas de plástico, tomar
agua de camiones aljibes o simplemente vivir de agua “prestada”.
22 de Marzo, Día mundial del agua, en
Chile nada tenemos que conmemorar, salvo continuar constatando que la
privación de agua por obra y gracia del modelo de mercado, y de sus
Apóstoles, a estas alturas, Sicarios,
atenta contra los derechos humanos, y por ende, los que se roban el
agua cometen delitos de lesa humanidad, llegará el momento en que
todos y todas, y al mismo tiempo diremos ¡NÚNCA MÁS!
Rodrigo Mundaca
Ingeniero Agrónomo
Secretario General MODATIMA