Patricia Souza Tokio, 16 feb (EFE).- Japón ha suspendido temporalmente su caza anual de ballenas en aguas de la Antártida debido al acoso de las asociaciones ecologistas, que confían en que esta polémica práctica esté ahora más cerca de su fin.
Un portavoz de la Agencia de Pesca nipona anunció hoy que el ballenero Nisshin Maru paralizó sus capturas el día 10 por seguridad, ante las agresivas prácticas del grupo conservacionista Sea Shepherd, y se evalúa qué decisión tomar ahora.
La asociación ecologista Greenpeace dio por hecho que se decidirá el retorno adelantado a Japón del ballenero, que procesa las capturas de otros tres barcos con una tripulación total de 180 hombres, que pescan con arpones a los enormes cetáceos.
La campaña ballenera japonesa, que iba a prolongarse hasta marzo, fue suspendida cuando el Nisshin Maru se encontraba en un área cercana a las aguas territoriales chilenas, según la agencia local Kyodo.
La caza de ballenas ha reportado a Tokio constantes críticas en todo el mundo y hasta una denuncia de Australia ante la Corte Penal Internacional de La Haya por esconder, bajo supuestos fines científicos, motivaciones meramente comerciales.
En los últimos años, las capturas del Nisshin Maru se han complicado por el sabotaje del estadounidense Sea Shepherd en las frías aguas antárticas, con prácticas como abordajes, lanzamiento de ácidos corrosivos o encadenamientos de sus activistas al ballenero, que han provocado irritación en Japón.
Japón, Islandia y Noruega son los únicos países que siguen pescando ballenas, una práctica que en Tokio se defiende como una tradición cultural milenaria, nacida en la costa de Taiji en Wakayama, que también lleva a cabo una polémica caza de delfines.
El ministro portavoz de Japón, Yukio Edano, lamentó hoy las tácticas obstruccionistas contra la expedición "científica" nipona y dijo que pedirán a otras naciones que tomen medidas en su contra.
Los japoneses cazan ballenas desde 1987 alegando una supuesta finalidad científica, para investigar el modo de vida y contenido de los estómagos de los mamíferos, y sus expediciones a la Antártida están a cargo del Instituto de Investigación de Cetáceos.
Pero en los restaurantes japoneses se vende carne de ballena, si bien su consumo ha caído con fuerza en los últimos años hasta suponer en 2009 algo más de 4.200 toneladas, cuando en 1962 llegaba a las 230.000.
Según Greenpeace, el cambio en los hábitos alimenticios de los japoneses está detrás del retorno adelantado de la flota ballenera.
Un portavoz de esa asociación expresó su confianza de que ésta sea la última campaña en la Antártida del Nisshin Maru, debido a que su actividad es cada vez menos rentable ante las elevadas reservas de carne de ballena almacenadas en Japón.
"Como no hay demanda de carne de ballena en Japón, se está perdiendo el sentido de seguir cazando ballenas", aseguró a Efe un responsable de Greenpeace.
Las capturas anuales de la flota japonesa, que generalmente tenía una cuota de alrededor de mil cetáceos, se han reducido paulatinamente y desde 2008 son poco más de 500 ballenas minke o rorcuales aliblanco.
El año pasado, los balleneros capturaron sólo 507 cetáceos, el 60 por ciento de su objetivo, y la expedición tuvo que suspenderse durante 31 días debido a las actividades de sabotaje de los ecologistas.
Para este ejercicio, la cuota anual era de 850 mamíferos pero, según el Sea Shepherd, los barcos nipones apenas han podido capturar entre 30 y cien cetáceos en la que supone la peor campaña de su historia.
Japón abandonó la caza de ballenas en 1986 por la moratoria internacional, pero la retomó un año después bajo un programa con fines científicos autorizado por la Comisión Ballenera Internacional (CBI), entre el escepticismo de muchas asociaciones y países. EFE
Fuente ABC.es Agencia
Dos barcos de la organizacion de Paul Watson persiguieron las faenas de caza del buque Factoria japones Nishin Maru, para impedir la caza de ballenas correspondieron al Bob Barker y el Gogira