Guatemala de la vergüenza: Ejército masacra a indígenas en Totonicapán
Como hace 520 años
atrás, se sigue masacrando a las poblaciones indígenas en Guatemala
en defensa de intereses foráneos. Los Acuerdos de Paz, firmados hace
16 años atrás, entre el Estado-Ejército y la Unidad Revolucionaria
Nacional de Guatemala (URNG), sólo sirvieron para desmovilizar al
pueblo guatemalteco y abrir las compuertas del país al sistema
neoliberal brutal que no admite oposición alguna. Se cosecharon los
dólares y euros de la cooperación internacional con el rótulo
“para la pacificación”, y se prometió derechos “culturales”
a los pueblos indígenas para tratarlos como piezas de museo. Y,
cuando las y los indígenas organizados se movilizan reclamando sus
derechos colectivos, el Estado los mata a bala sin mediar
explicación.
Hace unos meses atrás,
indígenas mayas de Santa Cruz de Barrillas, Huehuetenango, fueron
brutalmente reprimidos (con dos asesinatos de por medio) por la
guardia privada de una empresa de hidroeléctrica española y el
Ejército de Guatemala. En aquel entonces, para escarmentar a los
indígenas sublevados en contra de la empresa española, el
democrático Gobierno de Otto Pérez dictó un Estado de sitio.
Ayer, jueves 04 de
octubre, tuvimos que ir a conciliar el sueño con un nudo en la
garganta porque nuevamente el Ejército salió en defensa de otra
empresa transnacional, esta vez Energuate (empresa inglesa de energía
eléctrica) y reprimió una pacífica movilización indígena matando
a 7 indígenas, e hiriendo a otros 41 (según datos extraoficiales).
Esta masacre ocurrió
mientras el democrático gobierno de Otto Pérez dialogaba con la
dirigencia de la Alcaldía Indígena de los 48 cantones, de
Totonicapán, sobre sus demandas/propuestas de la nacionalización de
la energía eléctrica, reformas a la Constitución Política y la
problemática de la formación de maestros.
¿Por qué el Estado
asesina a indígenas en Guatemala?
Casi al mismo tiempo que
finalizaba el proceso de desarme de las guerrillas en el país, desde
la Guatemala profunda emergió una fuerza social sin precedentes del
pueblo maya organizado, demandando sus derechos. Esta histórica
fuerza social maya ha sido neutralizada por el Estado ladinocéntrico
y neoliberal convirtiendo a la dirigencia indígena en funcionarios
públicos sin decisión, ni impacto en el Estado. Así, el Estado se
mostró al mundo maquillada de “multicultural y pluriétnica”, y
desmovilizó a las y los indígenas a nivel nacional.
Ante esta estrategia, el
movimiento social maya de alcance nacional se recluyó a los niveles
locales. Y desde allí, ya sin la presencia de “dirigentes”
indígenas como Dña. Rigoberta Menchú, o el partido político
indígena Winaq, desafían al Estado excluyente y empobrecedor
resistiéndose a ser expulsados o contaminados por proyectos de
hidroeléctrica, minería, monocultivos, etc.
Los partidos políticos
de la derecha, con la finalidad de someter al movimiento indígena,
actualmente edulcoran el Congreso Nacional con 20 diputados
“indígenas mayas” y 1 de Winaq (en total representan el 13% del
Congreso), pero estos tramitadores serviles que concesionan el país
a las transnacionales no tienen legitimidad social en las bases, y
éstas se insubordinan aglutinadas alrededor de demandas comunes.
Otra razón para matar y
escarmentar indígenas movilizados en Guatemala es prevenir al país
de “malos ejemplos”. El Gobierno de Otto Pérez y la oligarquía
criolla saben que las organizaciones indígenas locales que no
pudieron desarticularlas en casi dos décadas de “pacificación”,
se constituyen, en este momento, en un peligro para el Estado
etnofágico y oligárquico.
Humanamente es casi
imposible contener el viento de la transición hacia Estados
plurinacionales que sopla desde el Sur, sobre todo, desde Bolivia y
Ecuador, impulsado por pueblos indígenas. Habrá que conocer la
contrapropuesta que tiene el pueblo maya de los 48 cantones de
Totonicapán a la multimillonaria propuesta de reforma constitucional
que Otto Pérez impulsa actualmente.
¿Importan los acuerdos y
convenios internacionales para el gobierno de Guatemala?
Aunque según los datos
oficiales del Estado ladinizante, el porcentaje de la población
indígena jamás supera el 30% del total de la población del país.
Investigadores indígenas independientes, y la realidad social
policromática evidencian que alrededor del 60% de la población del
país es indígena maya. Más sin embargo, ni tan siquiera está
reconocido en la Constitución Política los idiomas nativos como
idiomas oficiales. La hipócrita declaración de “pluriétnica y
multicultural” (para encubrir el monoculturalismo y negar la
posibilidad de la interculturalidad) no es constitucional en
Guatemala.
En 1995, luego de más de
una década de negociaciones, el Gobierno-Ejército y la URNG
firmaron el Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas,
en el que se reconoce derechos culturales a indígenas, pero de los
52 compromisos para implementar aquel acuerdo, sólo se cumplieron
alrededor de 7 (COJTÍ, 2010).
En 1996 el Estado de
Guatemala ratificó el Convenio 169° de la OIT. Gracias a los
contenidos de este Convenio, organizaciones indígenas locales
resisten a las mineras, petroleras, palmeras, etc., mediante
consultas populares. Pero el gobierno los manda a matar como si el
indígena organizado y consciente fuese enemigo del Estado.
En 2007, Guatemala, junto
a 133 países, aprobó la Declaración de la ONU de los Derechos de
los Pueblos Indígenas, pero eso fue solo para arrancar aplausos en
las cumbres internacionales, aparentar de pluralista y multicultural
y cosechar el dinero de la cooperación internacional. Existen muchos
otros convenios y compromisos internacionales sobre derechos humanos
incumplidos por el Estado de Guatemala.
Los pueblos indígenas,
en el marco de los contenidos del Derecho Internacional de los
Pueblos Indígenas, presentaron una propuesta de proyecto de Ley
Marco sobre Pueblos Indígenas, pero aquella propuesta ha sido
archivada porque los tramitadores de las leyes obedecen a los
intereses de los patrones y de las empresas multinacionales.
En estas condiciones, al
pueblo indígena organizado no le queda más que las calles para
incorporar sus demandas históricamente postergadas en la agenda
nacional. Masacrando indígenas el Estado de Guatemala ya no podrá
apagar el incipiente sueño de la plurinacionalidad e
interculturalidad emergente desde los sectores excluidos del país.
El siglo XXI es y será
la afirmación de la reconstitución de las identidades y
autodeterminaciones de los pueblos indígenas subyugados por el
fracasado modelo monocultural del Estado-Nación. La población y la
élite privilegiada de Guatemala deben entender que este pueblo no
nació para pasar a la historia de la humanidad repudiada por la
tozudez y obstinación mental y moral de sus (des)gobernantes.
Muchos países del mundo,
ahora en la oscuridad de la crisis del modelo del
sistema-mundo-occidental, quisieran tener la mega diversidad de vidas
de Guatemala, para aprender de la diferencia fecunda. Pero no la
tienen. Nosotros/as, sí. Optimicemos esta fértil diferencia
providencial y atrevámonos a ingresar al siglo XXI con nuestra
propia luz intercultural.
Fuente: El Paquidermo