Cuando sorprendió a su mujer besando apasionadamente a su amigo Fritz en el sofá de la casa, don Otto tomó drásticas medidas y vendió el sofá. Para combatir la delincuencia en el sector de la plaza Los Dominicos, Francisco de la Maza , alcalde de Las Condes, plantea como solución la instalación de una reja perimetral, propuesta amparada en la lógica elemental que dice que la mejor manera de no convertirse en víctima de un asalto en una plaza es impidiendo el acceso a ella.
En las ciudades chilenas la falta de imaginación se suple con barras de acero. Como si se tratara de un exitoso reporte policial, el señor alcalde infla el pecho y señala con todo orgullo que en su comuna ya hay tres parques tras las rejas, que estos son lugares seguros y limpios, y que donde hay tres perfectamente caben cuatro. Olvida un pequeño detalle: los tres parques enrejados -Parque Araucano (25 hectáreas ), Juan Pablo II (7,6 hectáreas ) y Padre Hurtado (87 hectáreas )- poseen superficies harto mayores que la plaza Los Dominicos, siendo lugares donde la vigilancia y el mantenimiento resultan bastante más complicados que en una plaza donde la seguridad puede abordarse por otras vías, como el aumento de la vigilancia policial, mayor iluminación, o con un diseño y actividades que inviten a la apropiación del espacio público por parte de los vecinos.
La mujer de don Otto nunca más lo engañó…en el sofá. Para los maleantes, la colocación de una reja perimetral sería lo mismo que la venta del sofá para Fritz: se prohíbe el acceso al lugar del delito, pero éste puede trasladarse fácilmente a otro escenario. La experiencia dice que la colocación de rejas alrededor de espacios públicos no hace que la delincuencia desaparezca, sino más bien que ésta se redistribuya. Es más, la reja a veces facilita el actuar de los delincuentes, estableciendo un obstáculo entre la víctima y las personas que podrían socorrerla, obligadas a hacer un largo recorrido hasta la puerta de entrada para prestar una ayuda que en estas condiciones siempre es tardía.
Allí donde se acaban las ideas empiezan las rejas, manifestación metálica de la jaula mental de una sociedad que entiende la ciudad como un mal necesario, y no como un espacio que antes que nada se creó para el gozo y la interacción con los demás. Parte del problema es que de Para Airepuro
Rodrigo Diaz de Ciudad Pedestre